domingo, 16 de marzo de 2014

Tejitas de vainilla y almendra

¡Pues sí!

Si es que tenemos la manía de complicar las cosas, haciéndolas más grandes de lo que realmente son

Bueno… al menos eso creo yo, porque a dramática y exagerada no me gana nadie jejej






Llevando todo esto al campo de la cocina, cuando queremos impresionar a alguna visita, a nuestra familia, nuestra pareja, en una reunión o lo que sea, queremos demostrar lo “cocinillas” que somos, buscando recetas como locos por internet para hacer un maravilloso “Croquembouche”, un layer cake de topocientos pisos cubierto con mil formitas de fondat imposibles, unos bombones de chocolate puro veteados con chocolate blanco a la naranja y veinte mil postres maravillosos y tan complicados que, siendo la primera vez que los hacemos, podemos llevarnos un chasco bastante interesante y quizás frustrarnos un poquito porque creemos ser unos chapuzas.

Pero… ¡de eso nada!

¿O acaso crees que el grandísimo Paco Torreblanca nació amasando sus famosos panettones?
¿O que Pierre Hermé hizo esos maravillosos croissants franceses a la primera?

Pensemos que no todo nos saldrá siempre a la primera (y eso no es malo, eh? :P) y que de esos errores aprendemos poquito a poco.

Yo misma, la primera vez que hice el “Red Velvet” fue un total y completo desastre: el bizcocho se hundió y no se hizo bien, el colorante, al ser líquido, me dejó mucho que desear, al cortarlo se hizo migas totalmente, el frosting de queso no quedó tan consistente como debería… ¡Vamos, que todo lo que pudo salir mal, salió mal! Y, aunque aquel amasijo rosáceo-marronáceo se podía comer, no salió como esperaba, lo que hizo replantearme los errores en los que había caído (que eran un mogollón jejej).

Bueno, con todo este rollazo vengo a decirles que las cosas más sencillas, a veces son las que más gustan, y por eso les traigo hoy la cosa más simple del mundo… ¡Tejitas de vainilla y almendra!

Se trata de una receta cuya mayor dificultad radica a la hora de hornear, ya que se hacen en menos de 5 minutos.

Es una receta que aprendí con el gran Luis Alberto Perera, cuando en uno de los cursos que impartió me dejó a mí al cargo de la elaboración de estas maravillas, pero con forma de sol, para decorar unos pastelillos de queso y pera.

Además, le tengo también mucho cariño porque es casi una de las favoritas de una personita muy especial, después de los profiteroles rellenos de crema (creo que podría vivir a base de estas dos cosas ;)

Pues sin más dilación, aquí les dejo la receta :D

Tejas de vainilla y almendra



Ingredientes:
- 40g de mantequilla derretida y templada
- 40g de azúcar normal
- 40g de harina floja
- 40g de clara de huevo
- Vainilla al gusto (yo le echo un mogollón, porque adoooooooro su sabor!)
- Almendra en grano o fileteada (¡nada de molida o crocanti!)

NOTA: como pueden ver, el peso es siempre el mismo para todos los ingredientes, con lo cual lo recomendable es pesar la clara primero y, en base a ello, usar el mismo peso del resto de ingredientes

Preparación:

Precalentamos el horno a 200ºC, con ventilador arriba y abajo.

Es importante tener la mantequilla derretida, pero que al añadirla no esté hirviendo, que si no se nos hace un huevo frito medio extraño.

Ponemos en un bol no muy grande la clara de huevo, junto con el azúcar y la harina, y batimos a mano y muy enérgicamente con el batidor de varillas hasta que esté integrado.

En ese momento añadimos la mantequilla y seguimos batiendo hasta quedar una pasta lisa y sin grumos.

Añadimos toooooooda la vainilla que queramos (pero tampoco vamos a pasarnos!).

Espolvoreamos cada una de ellas con la almendra.

Bien, “lo más complicado” (porque es una bobería, ya verán :) ) viene aquí: colocamos en una bandeja de horno con papel de hornear una pequeña cantidad de la pastita (más o menos una cucharadita de las de café, aunque eso con la práctica se va viendo) y la extendemos con la misma cuchara hasta que esté casi transparente.

Repetimos esto con el resto de la masa y vamos horneando por tandas. El tiempo de horneado puede variar según el horno, pero nunca pasa de los 5 minutos.

Para saber el punto en el que están perfectas nuestras tejitas, solo tenemos que mirarles el borde: si está de color marrón tostado, están listas!

Por eso hay que estar muy atentos, porque en nada se hacen.

Son un auténtico manjar y muy ligeras para comer, perfectas para una tarde tranquilita en casa, junto a un buen té o vasito de leche bien caliente.



No dejen de hornearlas, porque vale muchísimo la pena, y para conservarlas, mejor en una lata o bote hermético, para que no se pongan blanditas.

Un abrazo muy dulce:

Cris G. :)

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